27 de septiembre de 2017

8

Y allí estábamos. Tu y yo, desconocidos, sentados en ese bar en el que más adelante pasarías las las horas pero entonces no conocías. Me contaste todo, todo lo que habías sufrido, ahí estabas contándoselo a una simple desconocida. Salimos, mareados y caminamos sin rumbo pero con una extraña intuición, cual brújula. Y no se como pasó exactamente, mi típico descaro tomó las riendas; adrenalina por el cuerpo... y el rojo sigue siendo mi color favorito.

5 de abril de 2016

7

Falsa. Muy falsa.

No puedo con esa clase de gente. No puede ser, no se cambia tanto con el paso de los años. Ay amiga si la gente de verdad supiera cómo eres... No te tendrían en tanta estima. Si la gente supiera de tu pasado se daría eterna cuenta de que eres un gran hiprócrita. Si, ahora eres el paladín de aquellos que te dan dinero para que puedas vivir, yo lo entiendo, por dinero y trabajo se hacen muchas cosas. Pero tú y yo lo sabemos, sabemos que todo aquello que despreciabas cuando eras más joven ahora lo promueves. Las dos sabemos que todo aquello por lo cual despreciabas a la gente, todas aquellas puñaladas por la espalda de las que eres tan experta... Ahora día sí día también nos lo muestras como si siempre hubieras creído en ello... Ay chavala que mal vas a acabar. No creo en el karma pero sé que al final la vida te devuelve todas aquellas cosas que te han salido bien y no debería haber sido así...

Pero eh, sin rencores. Que te vaya bonito. 

13 de enero de 2016

6

Me engañó a mí misma. Una y otra vez. No hay forma de remediarlo, nunca cambiaré. Siempre he querido ser diferente, tal vez porque estaba perdida en un ciclo de la vida donde no le deseo a nadie que caiga. Un torbellino magnético que nunca se olvida. Poco a poco, los instintos básicos van tomando consciencia del cuerpo.

Y surge la fascinación, el saber estar, el morbo. Las cosas deberían ser diferentes, deberían ser más sencillas. Pero no lo son. No estamos preparados para saber lo que queremos, no somos conscientes de que nuestra mente es demasiado poderosa para nosotros. No se puede evitar. Estamos condenados a errar una y otra vez, a tomar decisiones que afectarán todo nuestro universo y de forma equivocada. Pero. ¿Qué se puede hacer? Si ni tan siquiera cuando se está seguro de algo se puede saber si saldrá bien o no.

Un imán que atrae los polos opuestos como nadie, un destino incierto que nadie sabe cómo acabará. No puedo seguir negándolo, lo tengo asumido. Pero no pienso mover ficha.

Eso ya no es asunto mío.
Y tal vez me equivoque.
Me equivoco.
Lo sé.

Y no pienso hacer nada pues hace mucho decidí que la felicidad de los demás era más importante que la mía. 

10 de enero de 2016

5

"No hay nada más hermoso que ver a un niño deportista conseguir sus metas tras muchos sacrificios. Nada, excepto ver a un equipo de niños deportistas abrazarse tras conseguir una agónica victoria in extremis"

10 de diciembre de 2015

3

Desconocido. 
Conocido. 
Compañero. 
Colega. 
Amigo. 
Lejano. 
Cercano.
Íntimo.
Algo más. 
Lío. 
Rollo.
Relación.
Abierta.
Cerrada. 
Seria. 
Amante. 
Príncipe. 
Cariño. 
Amor.
Marido. 
Padre.
Asesino. 


Nunca Más. 

9 de diciembre de 2015

2

Sistemático.

Nunca supe por qué lo hice. Nunca lo sabré. Lo único que conozco ahora mismo de mi pequeña aventura es un tanque de fragmentos de recuerdos superpuestos. Ni siquiera puedo comprender mi atrevimiento. Sólo sé que se me ha dado la oportunidad de expresarme, algo que no se le da a todo el mundo.

Me encontré una soleada tarde de agosto, donde siempre, con la misma gente de costumbre. Ese apuesto bar de estilo inglés en la costa alicantina. De repente, me levanto, observando el mar con ojos vacíos. Mirándolo...pero sin verlo.

Cojo el coche, aunque se que es una causa perdida. Tengo muy claro lo que voy a hacer, sin haberlo premeditado, ni siquiera por haberlo pensado una milésima de segundo a lo largo de mi vida.

Conduzco hacía la carretera que me llevará arriba. Mi bonito pueblo tiene una gran característica paisajística: varios cabos que enmarcan las numerosas playas de éste, remarcados por la montaña, que aunque baja, de gran belleza, que es la eterna vigilante de todo el territorio javiense.


Todavía no sabía hacia donde iba exactamente, pero no tardé en averiguarlo. San Antonio parecía llamarme desde la lejanía, instando a acercarme. Llegué allí enseguida, dado que conozco los atajos que no conocen todos los turistas que suben cada día allí, a admirar la increíble vista. Pero yo ya la había visto muchas veces, por lo que no me sobrecogí por la gran altura.

Por fin veía bien el mar. Tantos años viviendo a su lado, y no me había fijado en los pequeños reflejos que arrebata su poderosa presencia al Sol. También me di cuenta mientras caía de que era... tan azul.

8 de diciembre de 2015

1

Otra vez. Como cada mañana. Lo mismo. Otra vez igual. Siempre me ha parecido que no es necesario que mi madre se levante tan temprano cada día para verme antes de irme al instituto. Siempre se lo he dicho, pero para ella es necesario. Bueno, vale; tampoco hace daño a nadie. Hasta ahora. Siempre ha sido de mal despertar y muchas veces se levanta enfadada. No se exactamente que le pasa cuando está durmiendo, pero la expresión levantarse con el pie izquierdo le va ni que pintada. Ese día, el motivo de su gran enfado es otro de los habituales: yo. Concretamente mi forma de vestir. Mi  madre no ve apropiada mi forma de ir al instituto. Unos vaqueros y una camiseta normal de manga corta llevo puesto, pero según ella debería ir más arreglada. Y yo que pensaba que iba a clase y no a ligar.

Salgo de casa y me pongo los cascos. Cuando hago ese gesto, los problemas hasta medio desaparecen. Algo que también suelo hacer entre clase y clase... algo que me ayuda a olvidar que no quiero estar allí. No me gusta estudiar, me aburro en todas las clases, mi mente se pierde en la mitad de ellas... ¿y porque estudias bachiller, si no es obligatorio?, me suelen preguntar: pues señora -o señor- porque tengo capacidad suficiente para ello y para poder llegar a tener un buen trabajo es necesario. Fin.

Llego a clase y encima toca Filosofía. Ya me dirás tu para qué quiero saber la opinión de tíos que llevan muertos muchos años. Me siento en mi sitio de siempre y la profesora llega, lo cual no es demasiado halagüeño pues es la que peor me cae de todo el claustro. En fin. Al cabo de unos minutos, cuando mi mente ya no es capaz de centrarse y empieza a divagar, miro por la ventana situada junto a mi pupitre. Desde allí se ve la gran avenida y mi casa a lo lejos... mi casa. ¡Mi casa! no puedo creerme lo que veo. En serio, no puedo. Humo, mucho humo. Sale de allí. Lo primero que pienso para auto-tranquilizarme es que el vecino de al lado está quemando restos de poda, aunque nunca antes le haya visto hacerlo. Que el humo parece que salga de mi casa pero en realidad no. 

Al final, estoy preocupada. La ventana se convierte en mi obsesión. No puedo dejar de mirar y noto como mi pecho empieza a ir como un torbellino en son de mi respiración. 

Y pasa lo que tiene que pasar: mi profesora me regaña por no atenderla y mirar por la ventana. Como ya ha hecho otras veces, me sienta en primera fila enfrente de ella. Lejos de la ventana, lejos de mi tortura momentánea. Al principio miro al frente y simulo leer mi libro, pero no puedo evitar que el nudo formado en mi garganta me estalle en el cerebro. Y me giro a la ventana, al cristal de mis miedos y me estiro lo que puedo en mi silla para seguir mirando, como una lenta eutanasia. Sin embargo, mi movimiento calculado no pasa desapercibido y mi amable y comprensiva dictadora me echa de clase. Me levanto rápidamente y me voy corriendo. Salgo al pasillo. Bajo las escaleras al primer piso. Bajo a la planta baja. Salgo a la entrada. Abro la puerta. Salto los escalones. Empiezo a correr hacia casa por la subida mientras me aferro desesperada a que el sonido de sirenas que oigo sean los bomberos. Jadeo dado que es una carrera de las buenas. Sin importarme si me echaran de menos en clase llego a mi casa... o lo que queda de ella. Todo ha sido consumido por el fuego, me dicen. Todo...y todos.  Siento mi vida desfallecer, mi agonía comenzar, mi corazón roto, el desmayo incipiente, el crujido de mi alma, mi orfandad conocerse, mi legado comenzando, mi tortura lenta y pausada que poco a poco me mata por dentro y me hace desear que siga hasta conseguirlo...

Y en eso levanto la cabeza y hago un esfuerzo monumental por volver a clase. A mi rutina, a mi prisión. Y es que los condenados filósofos condenan a mi mente a divagar nada más entran en escena. Pero ha sido tan real que todavía noto el quemazón del fuego en mi mirada, las basas de la incerteza lamiendo mis poros. Vuelvo varias veces la cabeza hacia la ventana, mi mirada a otro mundo, y el frío cristal me devuelve la expresión de una normalidad aplastante, aburrida... pero deseada. 

Mi profesora me castiga. Me dice que no tengo remedio, que siempre lo mismo. Pero que esta vez no me echará de clase. Bien, una carrera que me ahorro. Dice que escriba. Que le escriba en un folio inmaculadamente blanco que es lo que estoy mirando por la ventana que es más importantes que su clase. 

Creo que se sorprende por la incipiente medio sonrisa que aparece en la comisura de mis labios al mirarla a los ojos. Y se lo que estoy pensando: ¿Cuál de las historias quieres que te escriba?


Presentación

Hola. Siempre me ha gustado escribir, lo hago desde hace mucho tiempo. Tengo otro blog que trata de un tema que no tendrá nada que ver y no importa aquí. A lo largo de los años, de forma esporádica, he ido escribiendo historias que no tengo muy claro el por qué de ellas. A veces, simplemente me vienen a la mente. Es verdad que siempre que en clase, tanto en la ESO, como en bachiller, como en la Universidad me ha resultado fácil el hecho de escribir cualquier cosa desde la nada. Por eso voy a abrir esto, porque de vez en cuando una de esas historias raras de mi mente me vienen de repente y necesito un sitio donde guardarlas.

Todas estas historias son 100% originales mías y no tengo un por qué del cual escribirlas, pueden tratar de diversos temas y algunas están basadas en hechos reales. Aunque no son verdad, ya lo adelanto.

Estas historias están publicadas libremente en la red, pero no tienen como objetivo que nadie las lea. Sólo que estén ahí.

No voy a publicitarlo, solo pondré el enlace en mi otro blog y si alguien se le ocurre un día pinchar y entrar y ponerse a leer bien, si no, pues también.

A propósito, lo de 666 historias es porque el seis es mi número favorito y muy especial para mi, y tanto 6 como 66 me parecen pocas. Y aunque mis historias muchas veces son algo macabras -me encanta-, no soy seguidora del diablo ni mucho menos.

Ale, que sea leve.

M.M.T.